Desde hace años (¡será la edad!) he tenido una conversación recurrente con diferentes amigos. Normalmente el marco ha sido el mismo, aunque el nombre del bar cambiara y costara más o menos cervezas llegar al tema: «Deberíamos montar nosotros algo». Después de los instantes iniciales en los que, como con Aquarius uno se viene arriba, empiezan los peros, las diferencias de opinión y los negocios que mueren antes de empezar. Lo desconocido parece un mundo y ese mundo hace que nada empiece.
Pensando que me apuntaba a un evento de programadores frikis, diseñadores top gafapasta y gente de negocios en traje, me enrolé en el Startup Weekend, patrocinado por Beeva, Kairoos, Loogic, Iniciador, agoranews, aje y un montón más, y bendecido por Google (Google, se que me lees, tú si que molas). La dinámica era sencilla: el viernes libertad a todos los participantes de exponer sus proyectos, se votaban y elegían los mejores, se formaban equipos en torno a ellos y durante los dos días siguientes se desarrollaba y se terminaba la idea para presentarla el domingo. Chispeante.
Pensaba que para montar una empresa hacía falta una idea en la que crear y un gran equipo (de los que tienen talento y por eso pueden ser raretes). En realidad la gente que me encontré era sobre todo gente normal (como yo en esos días en los que no me pongo raro), los proyectos titubeaban o se derrumbaban durante la explicación y no vi más que un traje, ninguna camiseta de star wars y más bien poco píxel top. Los que aguantamos el fin de semana entero pudimos ver como surgía la magia, como los ideas que parecían nacer muertas se levantaban y como algunos que parecían gigantes se iban haciendo pequeños cuando sus proyectos se desmoronaban. Las ideas están muy bien, igual que el talento, pero lo verdaderamente importante es que en el equipo haya guerreros que se comprometan a mantenerse en la batalla, dispuestos a aceptar que su idea pueda ser una mierda y con la capacidad de reaccionar y redirigirla hacia otra cosa. A cambiar la idea de negocio se le llama pivotar y durante el fin de semana hubo equipos que tuvieron que hacerlo 5 o 6 veces para salir airosos.
Aunque las ideas puedan despertarnos por las noches al grito de «eureka», no valen nada si no dan dinero. Emprender al final va de números, de echar cuentas y de estimar cuanto nos cuesta conseguir un cliente y cuanto beneficio nos reporta. Muerte al romanticismo en las startups. Si tu idea no vende, quémala, y si vende, no es tan importante que no te enamore.
Mientras Marek (un orador increíble), Miguel (un tío de negocios), Carlos (uno de los primeros gastrónomos del mundo), Borja (un desarrollador top) y yo, jugábamos a montar una startup de comida (como todo buen español sueña con hacer siempre) pasamos muchos momentos buenos y otros en los que perdimos la motivación. Los mentores nos ayudaron a centrarnos. Que te den consejos gente tan grande como Izanami de Nonabox, Agustín Cuenca, Miguel Caballero de Tutellus, Lole Román Gálvez y Pablo Sacaluga de The Big House es algo que mola mucho.
Los frutos de nuestra startup, Visual Menu, fueron lo de menos, aunque en el siguiente enlace podéis ver el proyecto que nos dio tiempo a desarrollar (VISUAL MENU).
Durante los dos días y medio que estuvimos semi-secuestrados aprendí muchas cosas por si algún día me da por emprender:
- Lo importante no es la idea, es que la idea sea viable.
- Ojo con quien te juntas… Hay gente que se ata a sus ideas y es incapaz de ver cuando fracasan. Los hay que no tienen reparo en comprometerse con otros y ante el primer contratiempo se van con un jugador más fuerte. También están los que en los contratiempos ven montañas y de un día para otro desaparecen, o los que se sientan y esperan que el trabajo se haga
- También vi que hay mucha gente fuerte que hace que la rueda gire.
- Las personas pueden transformar las ideas y pueden convertir en balón cualquier patata.
- Si estás dispuesto a cambiar y a que tu idea pivote puede salir algo mucho más grande.
Aunque para mi no fue lo más importante, los jueces Rufo de la Rosa de Google, Paloma Castellano de Wayra, Ignacio de Miguel Ximénez de Loogic.com y Mario López de Ávila de Startup Next Organizer, dieron como ganador del fin de semana a Foodway, startup de la que seguro que oiremos hablar en los próximos meses, y en un segundo puesto a Ikara, que el sábado ya había facturado cuatro mil euros. Casi nada.
El fin de semana fue muy productivo y lo ultra-requete-recomiendo. El próximo Startup Weekend me apuntaré seguro y llevaré alguna idea para que sea vapuleada, pivotada, transformada y engrandecida.